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miércoles, 22 de julio de 2015

Ave Fénix

Se me bloquean las palabras cuando quiero explicarte cómo las arañas me trepan por las tripas y me suben hacia arriba para envolverme el corazón. 

Lo podrías haber hecho de manera elegante, o al menos incluir la discreción en tu parrilla de cualidades. O el respeto. O la empatía. O el cariño. O la confianza. O el tiempo. Tiempo es lo que ahora necesitamos para pisar el freno, vendar las heridas y barrer las cenizas de un volcán que ha cubierto nuestra playa. Y se mezclan con la arena, y ya no sé si son grises o doradas, si voy, si vengo, si me llamas, si me sueltas, si me buscas, si me encuentras, si te importo, si me alejas, si me envuelves en papel de burbujas, o si te lanzo misiles de guerra. 

Somos venenosos el uno para el otro y a la vez tan adictivos como necesarios. Imantados por las puntas de los dedos, solo queda esperar y ver si pesa más en la balanza el corazón que le pusimos y lo que nos pertenece, o las ganas de marchar. Pero eso es algo que el calendario nos lo dirá. 




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